jueves, 28 de julio de 2022

EL NOMBRE DE DON CARLOS J. RATTI ESTÁ INTENSAMENTE VINCULADO AL PROGRESO DE ITUZAINGÓ

 


Hacer una historia de Ituzaingó prescindiendo de la personalidad de don Carlos J. Ratti, el estimado vecino que inesperadamente dejó de existir el 26 de septiembre último hubiera significado un error imperdonable. Así pues, una de las primeras preocupaciones del editor de esta publicación fue dirigirse al señor Ratti para someterle esta iniciativa, conocer su opinión y, a la vez, requerirle algunos datos personales a fin de trazar aquí una ligera biografía del hoy extinto vecino. Había para ello dos razones fundamentales, amén de otras de otro orden: la primera que don Carlos Ratti era uno de los vecinos más caracterizados y estimados de la localidad, por cuyo adelanto y progreso había evidenciado en todos los instantes de su vida intenso y patriótico interés, y la segunda, que ese vecino desempeñaba las destacadas funciones de intendente municipal de Morón, satisfacción evidente para el pueblo de Ituzaingó.

Fuimos a ver a don Carlos en su domicilio nueve días antes de su fallecimiento. Convalecía de una reciente congestión y por ello aun estaba en cama. Nos recibió con esa amabilidad tan espontánea en él y de inmediato acogió con entusiasmo la iniciativa que le sometíamos. Hacer una historia de Ituzaingó le resultaba oportunísimo y nos prometió toda su cooperación al respecto.

¿Quién nos hubiera dicho que a ese hombre, aún lleno de dinamismo, solo le restaban pocos días de vida?

La muerte de don Carlos Ratti nos sorprendió en plena preparación de este número. ¿Qué podríamos decir ahora? Sin embargo, aun cuando ya no existe, un imperativo de conciencia nos indica que algo faltaría en esta publicación si no nos ocupáramos de la personalidad del distinguido vecino desaparecido.

Vamos pues a reproducir a continuación algunos párrafos del artículo aparecido en LA TRIBUNA del día 5 del mes corriente, artículo debido a la pluma del propio autor de esta publicación. Buscar otras frases solo significaría cambiar el aspecto de un mismo pensamiento y de un mismo sentimiento.

“El señor Carlos J. Ratti contaba 58 años de edad. Había nacido, efectivamente, en la capital en el año 1874, domiciliándose desde niño en la vecina localidad de Merlo, donde realizó sus estudios. En 1885 se radicó en Ituzaingó, localidad en la que permaneció desde entonces.

En 1890 estableció en Ituzaingó un negocio de carnicería, actividad que atendió durante muchos años. En 1890 comenzó a dedicarse a comprar y venta de hacienda, y poco tiempo después se asoció con don Nicandro Reyes para la instalación de la feria de Merlo. Continuó siempre dedicado íntegramente a esas actividades y siete años después formó sociedad con los señores Fiorito Hermanos y Sambrizzi, firma que posteriormente y hasta la fecha quedó reducida a Ratti y Sambrizzi.

En 1918 el extinto llevado por el dinamismo y actividad que le caracterizara, transformó un desierto de la provincia de Mendoza (departamento de San Rafael) en una próspera estancia de 80.000 hectáreas. Ese establecimiento adquirió notable importancia y reunió a varios millares de vacunos. Ocho años después, en 1926, vendió dicho establecimiento para continuar con la compra venta de hacienda, actividad en que lo ha sorprendido la muerte.

Don Carlos J. Ratti fue un hombre generoso y bueno. Franco y espontáneo en todas sus manifestaciones, en todas sus actitudes, fue personalmente, un ejemplo de rectitud. Cuando no le fue posible realizar íntegramente sus aspiraciones –noblemente inspiradas- sufrió moral y físicamente por los sinsabores que brindan las actividades en el complejo engranaje humano.

Un rotundo sentimiento de simpatía rodeó en todo tiempo la personalidad del señor Ratti. Gozaba de grandes y sinceros afectos y sabía conquistar otros nuevos en cada oportunidad que se le brindaba.

Su gestión al frente de la Intendencia Municipal de Morón fue demasiado breve como para poder soportar un examen que permita verter un juicio exacto. El curso de breves meses no señala un período suficiente para establecer el resultado de una gestión. Se sabe, empero que el extinto se proponía llevar a la práctica diversas iniciativas concretadas en un vasto plan de acción edilicia, que la muerte le impidió materializar de acuerdo a sus propósitos.

Se ha de recordar en todo momento la actividad, la dedicación, el aporte de iniciativas de toda índole con que don Carlos J. Ratti señaló su desempeño en las funciones de delegado municipal de Ituzaingó. Posiblemente haya sido ese el lapso de sus actividades públicas que arroje un saldo más positivo en pro del progreso de este pueblo. Su obra en la función de delegado municipal fue en realidad extraordinaria y ello fue motivo para que concurriera más tarde a que su nombre reuniera cálido afecto popular.

La impresión causada por su fallecimiento fue verdaderamente intensa. La casa mortuoria en Ituzaingó se vio concurrida por una afluencia tan extraordinaria de público que resulta difícil recordar otro caso semejante.

El acto del sepelio que se realizó en la necrópolis de Merlo constituyó una imponente e impresionante manifestación de duelo. Basta para ello consignar que el cortejo estuvo formado por 160 coches.

Con motivo del fallecimiento del señor Carlos J. Ratti la intendencia municipal ejercida por el presidente del Concejo Deliberante dio a conocer un decreto de honores. También adoptaron diversas resoluciones con finalidades de homenaje el Concejo Deliberante, el Consejo Escolar del distrito y el comité del Partido Demócrata Nacional. Todos esos cuerpos designaron oradores para hacer uso de la palabra en el acto del sepelio.

Numerosas instituciones se adhirieron al duelo remitiendo coronas de flores naturales.

En Ituzaingó el comercio local como manifestación de duelo cerró sus puertas hasta las 12 horas del día 27.

Con la desaparición de don Carlos Ratti el pueblo de Ituzaingó pierde a uno de los propulsores más efectivos y constantes de su adelanto. Casi hijo de Ituzaingó había aportado al mismo sus mayores entusiasmos, sus más sanas energías y lo mejor de su corazón.

¡Si, de su corazón! Porque don Carlos sentía por el pueblo de Ituzaingó un sentimiento intenso de patriotismo localista, sentimiento que puso de manifiesto cada vez que le fue factible demostrarlo.

¡Ante la tumba prematura de ese hombre generoso y bueno vertemos estas palabras que nos dicta el respeto que nos mereció en toda su existencia y asociamos su nombre y su memoria a la propia existencia de este pueblo que tanto amó en vida!